lunes, 23 de septiembre de 2013

Trece

Nadar bajo tierra
en las profundidades
del carbono sintiendo
la nariz sangrando.

No es casualidad que
el árbol nos esté
mirando; quieto,
silencioso, sigiloso
en vaivén discreto.

Los navegantes temen caer
al mar, los peces temen
salir de él.

Por la ventana entran
hasta mi cuarto los
carros que afuera atropellan
charcos de aguas negras.
Residuos de un huracán
de perfume rancio del
siglo quince.

Con tu cabello hecho
un capricho del año
dos mil trece.
Donde mejor prescindo
de tus patrones de
la estética.

Vamos a ofrendar a toda deidad.
Vamos a ufanarnos en exceso
por todo lo que no tenemos,
como buen regio, y partirle
la madre a la humildad
y a la sabiduría.

De esta gente nueva, de esta
pinche generación.
Gente de alberca
y lentes de sol.
Esta breed
de lentes sin aumento.

Aquí estoy de pie "como te llames"
aquí sobre un protón viendo tu
obra germinar.
Aquí con el órgano fúnebre,
esperándote.


-Alejandro