jueves, 19 de mayo de 2016

Aféresis

Por fin descubrí por qué somos infelices.

La luz es violenta (violeta). Flota sobre el mar.
Cruje sobre el piso. Esas voces ya las escuché.
Menos mal que me expulsaron del Edén,
¡sólo porque quería escuchar mi risa!
Sobrepasé la delgada y finísima línea 
entre honor y orgullo. Trampa sagrada, 
los dos son  irrefrenables, los dos comienzan 
con "o". 
Los dos se encuentran en un gigantismo 
potencial capaz de exterminarnos, de reducirnos 
a polvo irreductible. 
(Me encantaría que tú y yo, no sé algún día, 
fuésemos polvo irreductible).

¿Recuerdan el mural La creación de Adán?, bueno, 
éste no se aproximaba hacia Dios; se alejaba a toda velocidad.
Incluso al día de hoy lo sigue haciendo.

Un gallo muerto en la puerta de tu iglesia. Sufro.
Sufro como si hubieses muerto. Pero no moriste; 
renaciste para otro(s). 
Sufro porque comienzo a (¿)olvidarte(?). 
¡Sufro por todo, p*** m****!

En qué rostro estarás. ¿En qué rostro, piernas 
y calor estarás entrelazada?
Creo que pasé la prueba y la imaginación fue concedida.

Olvida el puto mundo que vive en tu cabeza.
Cuando el sol se muera o la luna se aleje tanto de aquí.
Cuando te aproximes a mí no habrá ni derecha, 
ni izquierda, ni arriba, ni abajo, ni detrás, ni adelante. 
La única vía plausible será existir al unísono. 
No preguntas, no respuestas, sólo amor indiscriminado.
Allá nos vemos. En el futuro.

Ahora sé por qué somos infelices. Dios es ignorante, 
al grado en que me he quedado mudo y petrificad--


-Alejandro