Corriendo en la mañana intentando descubrir
al atleta que llevo dentro, muy por debajo de
mis solapas, entraron en escena tres
murciélagos concomitantes.
En este mundo de esferas mi único tic
va consistiendo en derrochar mi recurso
temporal-cronológico-interestelar-omnisciente-
mítico-fluctuante-infinito así:
"Ni un millón de muertes bastarán para el maestro Rahool".
A todo par de ojos: Perdón por el desaire,
yo no soy así.
Es sólo que ese algo ya no está. Y yo era
diferente, pero ese algo ya no está.
Adagio es el único recuerdo tuyo. Mi corazón
sangrante. Si en algo puedo generalizar es
en la fragilidad de mujer que resultas, pero
ese algo ya no está, es más, esto aplica para
toda la humanidad.
Estoy en mi casa, triste y conformista
pero mi mente en Japón viviendo la
tradición del Dios. Del bodhisattva, ni que
el maestro ascendido, ni que la iluminación,
ni que el Dios emergente, ni que el shaolin,
ni que el monje, ni que el sufí, ni que
el om mani padme hum (yo soy la joya del loto en el corazón).
Corazón (el tuyo-el mío) que se encuentra
en el éter de ninguna parte observando
la pregunta de mil respuestas.
Murakami no logró confundirme,
sé que Sumire nunca volvió.
-Alejandro