sábado, 2 de mayo de 2015

The one thousand answers's question

Corriendo en la mañana intentando descubrir 
al atleta que llevo dentro, muy por debajo de 
mis solapas, entraron en escena tres 
murciélagos concomitantes.

En este mundo de esferas mi único tic 
va consistiendo en derrochar mi recurso 
temporal-cronológico-interestelar-omnisciente-
mítico-fluctuante-infinito así: 
"Ni un millón de muertes bastarán para el maestro Rahool".
A todo par de ojos: Perdón por el desaire, 
yo no soy así. 
Es sólo que ese algo ya no está. Y yo era 
diferente, pero ese algo ya no está.
Adagio es el único recuerdo tuyo. Mi corazón 

sangrante. Si en algo puedo generalizar es 
en la fragilidad de mujer que resultas, pero 
ese algo ya no está, es más, esto aplica para 
toda la humanidad.

Estoy en mi casa, triste y conformista 
pero mi mente en Japón viviendo la 
tradición del Dios. Del bodhisattva, ni que 
el maestro ascendido, ni que la iluminación, 
ni que el Dios emergente, ni que el shaolin,
ni que el monje, ni que el sufí, ni que 

el om mani padme hum (yo soy la joya del loto en el corazón).
Corazón (el tuyo-el mío) que se encuentra 

en el éter de ninguna parte observando 
la pregunta de mil respuestas.

Murakami no logró confundirme, 

sé que Sumire nunca volvió.


-Alejandro