viernes, 4 de septiembre de 2015

Todo perdonado

Hace años que busco una respuesta racional a
una pregunta emocional. Hace años que  estoy
desesperado en busca de la especulación perfecta,
de esa mentira sagrada que por fin me ayude a 
restaurar mi corazón.

Sé dónde se conjugan cerebro y corazón.
Así vivimos, a diez pesos de la belleza.
En una chispa neuro-sanguinolenta.

Mirada herida. Cristiana sepultura.
Éste es el regalo que jamás quisiste darme.
"La venganza nunca se acaba", dijo
Esperanza en Flor Silvestre.

Comienzo a sospechar de la gente.
En especial de esos seres con pretensión
de tener un romance con cada cosa en su vida.
Con la calle, con su cama, con la música 
con su pareja, con cada amigo y amiga, con el agua 
con los textos, con sus ojos, con tu hermana, 
con el cielo y la tierra.
Sujetos cuya única finalidad es el romance. Otra
bella mentirilla.
Pero no me hace ninguna gracia semejante somnífero.
Ahorita. Ahorita sólo soy nigredo:

—De modo que así es como luce un
sobreviviente ante un corazón
anormal —me digo a la sombra y al
espejo—, de modo que así es esto de
pseudovivir.

Qué bonito es el terror cuando se le ha perdido 
el miedo a todo.


-Alejandro